A partir de la discusión del anteproyecto de ley que hace dos años presentó el diputado Crispiano Adames, lo que se evidencia hoy en la sociedad es una total ignorancia en materia de sexualidad y el desconocimiento vergonzante de lo que está pasando alrededor de nuestra niñez y adolescencia, que arroja cifras alarmantes en casos como el aumento de niñas y adolescentes embarazadas en edad escolar, violaciones, enfermedades de transmisión sexual adquiridas que impactan a los menores, abusos sexuales, y crecimiento de familias disfuncionales, porque para citar solo una estadística, el 75% de los niños y niñas que nacen anualmente en Panamá lo hacen fuera de una unión estable. Esto para no mencionar los hijos sin padres conocidos, los incestos y los niños y niñas abandonados a su suerte.
La Unión de Organizaciones Pro Educación Sexual Integral se está movilizando para apoyar el proyecto de ley de educación sexual. Pero así mismo quienes lo adversan han presionado al Legislativo para que el proyecto muera, como si cancelar la discusión le sirviera a la sociedad.
Este debate hay que impulsarlo sin mezclar dogmas religiosos o moralistas que opaquen el valor científico del diseño de una política pública que esté de acuerdo con los derechos humanos y los derechos de la niñez y la adolescencia. Se deben frenar los abusos y formar jóvenes responsables en sus decisiones frente a la sexualidad, abrir espacios de tolerancia y respeto para aquellos que no piensen igual que nosotros o que no tienen las mismas preferencias sexuales, y en los casos aberrantes relacionados con el abuso sexual y los embarazos, para que el Estado disponga de una ventana de apoyo conforme al derecho contemporáneo sin que haya lugar al estigma o el matoneo.
Está en juego una noción cultural presente o un asunto en correspondencia con el estado de la civilización actual.
Hay que promover la promulgación de la ley a la luz de la ciencia y la realidad social en la que estamos viviendo, sin irrespetar las opiniones que provengan de la fe religiosa. Este Estado nació laico y no puede retroceder en su filosofía de ejercer la defensa de los derechos ciudadanos, como lo son los de la niñez y la adolescencia, y no puede legislar por complacer un asunto de fe. Sin educación sexual integral, no hay niñez ni juventud sana ni sociedades funcionales. Y sin ley no hay orden. Ese es el punto.
Last modified: 16/07/2017