Por: Teresa de Alfaro
Directora Ejecutiva de Sumarse
Sin dejar a nadie atrás. Desarrollo y crecimiento, sin dejar a nadie atrás. Esto es lo que buscan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): 17 metas globales cuyo único fin es lograr un mundo más sostenible e igualitario para la humanidad.
Con su aprobación por 193 países, se define una nueva agenda global centrada en dos lineamientos principales: en primer lugar, cómo construir una economía ecológica para lograr el desarrollo sostenible y acabar con la pobreza y, en segundo lugar, cómo mejorar la coordinación internacional para el desarrollo sostenible. Los ODS entraron finalmente en vigor en enero de 2016, y se convirtieron así en el plan de acción más ambicioso a favor de las personas, el planeta y la prosperidad hasta 2030.
Para no dejar a nadie atrás, es necesario que entendamos que los actores de estos objetivos somos todos, cada uno desde su posición en la sociedad: el individuo, el Estado, la sociedad civil y, quizás por primera vez con especial fuerza, al sector empresarial.
Ahora bien, no es sencillo entender el rol de cada actor, qué se debe hacer, a dónde ir y otros detalles que limitan sus ganas de aportar no solo al acceso a la educación, sino a una educación de calidad.
En este sentido, ¿sabemos a qué nos referimos cuando hablamos de educación de calidad en el contexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible?
ODS 4: EDUCACIÓN DE CALIDAD
- Se refiere a garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad.
- Promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.
- Que todos los niños y niñas cumplan con sus respectivos ciclos de enseñanza.
- Contar con acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia.
- Eliminar las disparidades de género en la educación y garantizar el acceso en condiciones de igualdad de las personas vulnerables a todos los niveles de enseñanza y la formación profesional.
Todos conocemos que Panamá posee dificultades en el tema educativo y que existe una necesidad evidente de superarlas para acabar con esas brechas que hasta cierto punto limitan la competitividad que existe en el país, con respecto a la formación técnica, por ejemplo.
Esta situación hace que las empresas estén llamadas a contribuir en la reducción de esta brecha, porque al ser parte de la sociedad, deben contribuir con la mejora social, y una de las primordiales para todo país es la educación.
Cada aporte que realice el sector privado en esta línea contribuirá no solo a reforzar la agenda educativa local, sino a contribuir con la agenda global de desarrollo sostenible.
Pero, ¿cómo pueden contribuir las empresas en este camino? La respuesta es invirtiendo. Invirtiendo en planes de capacitación y formación para sus clientes internos (colaboradores) y externos (público, consumidores).
De este modo se crea incluso un autobeneficio, ya que se abren mayores oportunidades de negocio con un personal mejor preparado, y se llega a nuevos mercados aumentando la productividad e impulsando un mayor crecimiento para toda la sociedad.
Last modified: 20/03/2018