Por: Marina Pérez de Cárdenas
Subdirectora Ejecutiva del Programa de Asistencia Legal Comunitaria (Fundamorgan)
marina.perez@fundamorgan.org
Cada 8 de marzo recibimos mensajes en los que se nos felicita por ser mujeres, con imágenes de tacones, flores y otros símbolos que, se supone, representan lo que debe ser una mujer: delicada y sumisa, hermosa y femenina, cuidadora y madre.
Pero el 8 de marzo no tiene nada que ver con eso. El Día Internacional de la Mujer Trabajadora fue establecido a finales del siglo XIX para visibilizar la lucha de las mujeres en el territorio de la igualdad en el acceso y ejercicio de sus derechos humanos. En 1875, cientos de mujeres en una fábrica de textiles de Nueva York salieron a marchar por los bajos salarios que recibían, menos de la mitad que recibían los hombres por el mismo trabajo, que tuvo como desenlace el asesinato de aproximadamente 120 de ellas. Por marchar, por exigir igualdad y por ser mujeres.
Desde entonces, mujeres en todas partes del mundo han alzado sus voces y hemos podido ver inmensos cambios como el derecho al voto, a la participación política, a estudiar la carrera que querramos y a ejercerla, al trabajo, a recibir herencias, a ser dueñas de propiedades. Pero todavía persisten desigualdades -algunas de ellas menos visibles- pero allí están y hay que atenderlas. La falta de alternativas de cuidados de los hijos y de adultos mayores, la brecha salarial, las violaciones, la violencia doméstica, el acoso sexual y el feminicidio nos recuerdan que el tema aún está vigente y que, así como muchas mujeres lucharon para que nosotras pudiéramos tener estos derechos en el presente, nos toca a nosotras luchar por las que vienen, y así ir cerrando esa desigualdad que perjudica a toda la sociedad.
Entonces, el 8 de marzo hombres y mujeres honramos aquellas mujeres fuertes, independientes, con voz propia y luchadoras que lograron tantos cambios y hoy también reflexionamos sobre lo que aún falta por conseguir y que es responsabilidad de todos los sectores.
Es por eso que desde Fundamorgan, a través del Programa de Asistencia Legal Comunitaria, brindamos atención legal gratuita a víctimas de violencia doméstica de escasos recursos económicos de Panamá, San Miguelito y La Chorrera desde hace 12 años. Además, trabajamos en la promoción y defensa de los derechos humanos de mujeres, niños y adolescentes, la equidad de género, la prevención de la violencia, a través de talleres, charlas y conferencias. Desde el año 2007 a diciembre 2018, hemos podido asesorar y orientar legalmente a 7,050 personas, tramitar 2,500 procesos legales, capacitar a otras 8,872 (74% mujeres) y entregar 135 becas de formación para que mujeres puedan generar ingresos dentro de la economía informal. Además, hemos realizado 89 jornadas legales en distintas comunidades y empresas locales.
Last modified: 08/03/2019